Bogotá D. C., 3 de Julio de 2025 – Oficina de Comunicaciones HUN -
Chagas: una zoonosis enredada en las dinámicas del ecosistema Colombiano
Chagas: la peligrosa red invisible entre vector, reservorio y humano
Silenciosa, crónica y altamente subdiagnosticada, esta zoonosis causada por el parásito Trypanosoma cruzi afecta a cientos de personas en el país, sin que muchas de ellas siquiera lo sospechen. Por décadas, ha habitado en las sombras de los sistemas de salud y ecosistemas de América debido a su complejidad biológica, los múltiples modos de transmisión y la estrecha relación entre fauna silvestre y entornos humanos, se hace un enemigo difícil de detectar y aún más difícil de contener.

La enfermedad de Chagas es una zoonosis que afecta sobre todo a poblaciones vulnerables, y cuya fase aguda suele pasar desapercibida. Muchos pacientes solo descubren que la padecían cuando llegan a urgencias con insuficiencia cardíaca, arritmias o megaesófago”.comenta el doctor David Salcedo, infectólogo del Hospital Universitario Nacional de Colombia.

Según datos globales de la OMS, esta enfermedad es endémica en 21 países del continente americano, con la estimación de cerca de 100 millones de personas en riesgo de infección. Cada año se reportan 30 mil nuevos casos y cerca de 12 mil muertes. Se calcula que 1,5 millones de personas padecen cardiopatía chagásica, y que anualmente nacen 9.100 niños infectados por transmisión vertical.
En Colombia, la enfermedad es endémica en zonas como los Llanos Orientales, Santander, Chocó y Cundinamarca, con una prevalencia estimada entre el 2 y el 4 %, aunque se sospecha que podría ser mayor debido al subregistro, comenta el Dr. Salcedo, mientras aclara que el vector más común es el Rhodnius prolixus, conocido popularmente como “pito”, “chinche besucona”. Este insecto transmite el parásito no al picar, sino al defecar sobre la piel; el rascado involuntario del huésped facilita el ingreso del parásito por la herida”
“El problema —agrega Salcedo— es que muchos médicos no están entrenados para pensar en Chagas cuando ven un caso de infarto o cardiopatía en zonas rurales y que muchos pacientes no acuden a los servicios de salud. Y sin diagnóstico oportuno, no hay tratamiento efectivo”.

Un territorio de vectores y portadores silenciosos
La profesora Nubia Estela Matta, Bacterióloga de la Universidad Nacional de Colombia y experta en biodiversidad de parásitos sanguíneos en fauna silvestre, lleva décadas investigando a los Trypanosomas. Estos parásitos no sólo circulan entre mamíferos e insectos, sino también en anfibios, reptiles, peces y aves. Sin embargo a la fecha solo en hospederos mamíferos, se ha demostrado que albergan Trypanosomas, que también infectan humanos, ejemplos de ellos son murciélagos, monos, zarigueyas o incluso armadillos.
De manera sorprendente las investigaciones en anfibios muestran una alta ocurrencia de Trypanosomas, cercana al 30%, comenta la investigadora. “La morfología de los tripanosomas también varía según el hospedero, pero en anfibios son gigantes, comparados con los hallados en mamíferos”
Los Trypanosomas son por tanto muy exitosos evolutivamente, asegura la
profesora Matta, En la fauna silvestre no se conoce claramente que impacto
tienen sobre la salud del animal infectado, pudieran comportarse como portadores asintomáticos. No se enferman,
pero mantienen vivo el ciclo del parásito en la naturaleza y ahora vemos como
ha expandido su alcance en nuevos ecosistemas”.

Relación Chagas ecosistema
Para Francisco Javier Oliveros, director de la Fundación Zarigüeya, al hablar del Chagas se ha querido involucrar a la zarigüeya —la famosa “chucha”— omitiendo partes esenciales del rompecabezas ecológico. Sus principales vectores, hasta ahora documentados como transmisores del parásito al humano son el insecto hematófago y los mamíferos huéspedes.
“La zarigüeya es una especie clave para el ecosistema de América. Dispersa semillas, controla plagas, recicla materia orgánica. Pero ha sido estigmatizada, perseguida y reducida, como si fuera portadora de enfermedades únicamente”, señala.
Las zarigüeyas son uno de los principales reservorios naturales del Trypanosoma cruzi, reconoce el investigador, no porque propaguen activamente la enfermedad, sino porque viven cerca de las viviendas humanas y participan en el ciclo silvestre del parásito. “Cuando deforestamos, urbanizamos o cazamos sin control, rompemos los equilibrios naturales y facilitamos que el vector y el parásito se acerquen a nuestras casas”, advierte Oliveros.
El cambio climático es otro factor que agrava el riesgo de
transmisión. “En regiones como Bogotá o el altiplano cundiboyacense, antes era
impensable encontrar vectores del Chagas. Pero con el aumento de temperatura y
los cambios en el uso del suelo, pueden favorecer que vectores se adapten a
nuevas condiciones. Nuestro grupo ha
encontrado Trypanosomas en fauna
silvestre hasta a 3.200 metros de altura”, explica la profesora Matta.
Además, la expansión de cultivos industriales como la palma de aceite ha creado
hábitats ideales para los vectores. “Un estudio mostró una correlación directa
entre monocultivos de palma y el aumento de infecciones por T. cruzi en la Orinoquía”, señala,
mientras alerta sobre mecanismos de transmisión alternativos y sorprendentes:
desde brotes por consumo de guarapo contaminado en trapiches, hasta la posible
transmisión por transfusiones de sangre.
Colombia ha logrado avances importantes en la lucha contra el Chagas.
Hasta la fecha, 66 municipios han sido certificados como libres de transmisión
intradomiciliaria por vía vectorial y otros 34 están en proceso. Además, el
país ha implementado el tamizaje del 100 % de las bolsas de sangre donadas,
evitando la transmisión transfusional, según datos del Instituto Nacional de
Salud.
En el Instituto Nacional de Salud (INS) se investiga sobre los mecanismos de transmisión del insecto y se realiza seguimiento a la aparición de brotes de la enfermedad de Chagas.
No obstante, los retos siguen siendo enormes. Como concluye el doctor Salcedo, “necesitamos educación, acceso diagnóstico, formación de profesionales y voluntad política. No se puede diagnosticar lo que no se busca, ni tratar lo que no se conoce. La enfermedad de Chagas sigue entre nosotros, silenciosa, pero presente”.
(Por: fin/JGJ/ )